martes, 14 de mayo de 2013

Los grafitis bogotanos tienen su ruta turística

El colectivo Bogotá Street Art reivindica la  democratización del arte en los grafitis bogotanos

Un niño junto a uno de los grafitis bogotanos que abordan temáticas sociales y políticas del país./eltiempo.com
Las calles bogotanas se han convertido en un museo de arte urbano que, mediante el grafiti, llama a la reflexión sobre la situación política y social de Colombia, iniciativa que ya es un reclamo turístico reconocido.
De hecho, de un tiempo para acá, el australiano Christian Petersen organizó un tour turístico que, tres veces a la semana, recorre las principales obras del centro histórico capitalino.
El colectivo Bogotá Street Art, exponente de esta movida cultural, congrega diferentes artistas como Andrés y Cheché, que se presentan bajo la firma ‘Toxicómano’.
“Entendemos que una pared no cambia el mundo ni la mentalidad de la gente, pero ver otra información en la calle hace que se haga preguntas”, declaró Andrés.
Bajo lemas como “No pongas la otra mejilla” o “Los feos somos más”, ‘Toxicómano’ invita a los transeúntes a cuestionar problemáticas como el maltrato a la mujer, los estereotipos estéticos, la desigualdad o la corrupción.
Estos artistas ven a Bogotá como un lienzo blanco, en el que, con toques de espray, estampan ideas y mensajes combinados con imágenes en las que el humor es herramienta para conectar con el espectador y esquivar la censura.
El pintor, fotógrafo y profesor de la Universidad Jorge Tadeo, DjLu, es otro de los integrantes de Bogotá Street Art, al igual que Lesivo y Guache, quienes recientemente publicaron la obra Calle sus ojos, una compilación de sus pinturas más destacadas.
DjLu explica las particularidades del arte urbano colombiano: diversidad de técnicas, como stencil (plantillas), grafiti, tagging, sticker, y fuerte componente político, marcado por el conflicto armado.
“Vivimos en un país que exige este tipo de comentarios”, afirma DjLu, autor de pictogramas contra la guerra.
La apuesta por los enormes murales ha encontrado amparo en un marco legal aprobado por la Alcaldía de Bogotá en febrero pasado, que reconoce el grafiti como bien de interés cultural, siempre que cuente con el permiso del propietario del inmueble.
El reconocimiento al arte callejero motivó a Petersen a organizar el tour: “Lo importante es compartir esos rincones de la ciudad, conocer las historias detrás de la obra y enseñar a los turistas a mirar Bogotá de otra forma”, explicó.